Desde las 20, los fieles y participantes aportaron el color de sus vestimentas típicas y sus ritmos, tal como ocurre desde hace más de tres décadas en cada primer domingo de febrero.
En un anochecer templado y con apenas ventoso, Watenberg destacó la consolidación de este ritual en Mar del Plata como “el segundo más grande del mundo después del que se desarrolla en Brasil”.
La celebración se inició con una procesión en el playón ubicado en Las Heras y el Boulevard Marítimo, que pasó detrás del Casino Central, con coreografías de bailes africanos y tambores de batuque, y se encaminó entre los turistas que observaban el desfile hacia la playa, donde los fieles escoltaron la figura de Iemanjá.
Los fieles formaron luego la tradicional Roda sobre la arena, mientras elevaban sus cantos y rezos alrededor de un altar con la imagen de la divinidad, y minutos más tarde las barcas con ofrendadas y antorchas fueron depositadas en el mar.
El culto a Iemanjá llegó desde África en los barcos “negreros” y se extendió sobre todo en América del Sur.