El perfume no es solo francés. Aunque se conozca poco, Argentina tiene una larga tradición perfumista. En la época colonial los perfumes eran las aguas floridas que se hacían en cada casa con azares, jazmines, rosas y lavandas, hirviendo los pétalos.
A partir de 1810 el perfume que pasó a estar de moda fue el que usaba el emperador Napoleón. Que no era otro que la colonia 4711, la misma que sigue existiendo hoy en día. Sabemos que el general Belgrano y el libertador Bolívar la usaban al seguir la moda de los revolucionarios franceses. Una de sus presentaciones, era un frasco contenedor alargado, que se podía llevar en la bota durante las campañas militares.
Uno de los primeros perfumes argentinos fue el de Lina B de Gahan, que se combinaba con lencería. En 1910, para el centenario se encarga a la casa francesa Piver la creación de una fragancia llamada “Glorias Argentinas”. El frasco traía las caras de los miembros de la Primera Junta.
Hacia los años 40 y 50 del siglo pasado se dio un gran fenómeno de perfumería en el país con Helena Rubinstein, Coty, Yardley , Lubin, Guerlain, Atkinson. Y hoy, aunque se diga poco, también parece haber llegado la hora argentina, con los perfumes de nicho que son elegidos por famosos como Eltno John y Gwyneth Paltrow. Perfumes con fragancias autóctonas, desde cardos, palo santo y algarrobo hasta cannabis y coca. Con ingredientes innovadores de más de 85 plantas, y caracterizados por no utilizar ingredientes sintéticos como sucede en la mayor parte de la industria de fragancias.
Un campo que realmente ofrece enormes oportunidades para pensar el futuro.